Me acuerdo de aquella vez en la que una amiga y yo nos inventamos un idioma. Aquella vez en la que a las dos de la mañana o algo así, preguntabamos a un peluquero que cerraba su negocio, dónde estaba la Torre Eiffel. Aquella vez en la que el peluquero frustrado, no sabía explicarnos que no había ninguna Torre Eiffel por allí, que aquello era Bilbao. Pero nosotras seguiamos con nuestro idioma, ajenas a la bobería que estábamos preguntando y conscientes de lo que hacíamos. Y seguíamos con nuestro idioma...  nos reíamos y nos inventabamos acentos y nos inventabamos sonidos y hasta letras. Aquella vez en la que un estudiante de ERASMUS nos indicó que la Torre Eiffel estaba dos puentes más allá y aquella vez en la que flipadas por lo que nos había dicho el tío de ERASMUS, nos reímos y nos reímos y nos reímos. Si, aquella vez en la que salimos con la cara pintada; maquillada no... la cara pintada

Me gustan ese tipo de noches.


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